27 de abril de 2007

Abc de África del oeste (2do. fascículo)


Football. La manifestación cultural de Occidente que más hondo ha penetrado en la África de habla árabe y en la África negra. Es muy difícil no encontrar una pelota, o dos, o tres, con niños jugando en cualquier barrio de cualquier poblado de África. En Marruecos, la afición es total, incluso muy superior a muchos países de Sudamérica y Europa, donde el fútbol llegó a narcotizar a las masas ocho décadas antes que a los negros. Es más, cuando juegan el FC Barcelona o el Real Madrid, el 93% de los marroquíes mayores de catorce años estarán en un Salon de te siguiendo los malabarismos de Ronaldinho o las pifias de Cannavaro. Me aventuro a afirmar que los encuentros de la liga española tienen mayor audiencia en Marruecos que en el mismo Reino de España. Es alucinante. Como si el invento de los ingleses hubiese llegado como una novedad hace sólo semanas. En Malí o Burkina Faso las postales son similares. Claro que más abajo en el mapa escasean las parabólicas y Messi es famoso, en cambio, por el Playstation (la mayoría sólo conoce el Messi virtual-tridimensional). Miles y miles de niños y niños en Malí desperdician noches y noches con los jueguitos. Para un joven africano de cada cincuenta millones el fútbol se transforma en el salto a Europa sin tener que subirse a una patera en el Sáhara occidental. Algún capitalista inglés, italiano o español se adueña de sus piernas a cambio de una pelota y una parabólica para su familia. O un Playstation.

Francs CFA. La moneda que se utiliza en la comunidad de los países francófonos del África del Oeste. Por ley, un euro tiene un cambio fijo de 655 francos CFA. Hay que hacerse una idea de lo reducida que puede ser la economía en ciertos contextos de Malí o Burkina Faso. Los pequeños comercios de barrio y de pueblo tienen dificultades colosales para conseguir cambio de un billete de 1.000 CFA (1,5 euros). La bolsita de azúcar cuesta 50 francos y la de medio litro de agua no envasada, 10 francos (el metegol o futbolín cuesta lo mismo, ¡un euro partido en 65!). El billete de 2.000 CFA es un dolor de cabeza. El de 5.000 puede implicar una espera de media hora para obtener un cambio: el comerciante se endeudará con todos sus vecinos para satisfacer la necesidad del extranjero blanco. El de 10.000 CFA (unos 15 euros) es palabra mayor. Sólo se acepta en grandes comercios o en los mismos bancos. Cuando un niño de la calle ve un billete de los grandes, su mirada se congela. Luego contará a sus amigos que vio un billete grande. Es que tres billetes de 10.000 francos son igual a un sueldo medio en Malí y Burkina Faso.

Portable. Teléfono móvil o celular. En la actualidad, es el negocio más prospero y rentable de toda África. El aparato radioactivo ha cambiado los hábitos de la comunicación de los africanos –Internet es utilizado todavía por una porción ridícula de la población- tanto como la televisión alteró de modo radical la rutina doméstica. En Mauritania, Malí y Burkina Faso, miles de jóvenes que no tienen trabajo ni otra cosa para hacer compran tarjetas de un crédito telefónico de 1000 francos CFA (1,5 euros) a 975 y las venden en la calle al precio marcado. Como en aquellos países sólo funciona el portable a crédito –no existen aún líneas fijas domiciliadas a una cuenta bancaria- es necesario ir recargando el teléfono de forma constante. A falta de previsión, acuden muy a menudo a la tienda más cercana o al muchachín que lleva dos días esperando una ganancia de 25 francos. Los vendedores ambulantes llevan una madera fina y pegan las tarjetas de las operadoras. Asedian a todo vehículo y transeúnte que se les cruzan. Están desesperados. Llevan días sin comer.

Taxi-bruss (o Grand taxi). El escollo más difícil de sortear para un viajero sin transporte motorizado en África. Es “la repera”, como se dice en España. Es una prueba al límite de la paciencia y el estado del sistema circulatorio de la piernas. En Mauritania no existe el transporte colectivo de pasajeros. Con lo cual, no hay otra opción para desplazarse por el plano (en el interior del Sáhara se alquilan camellos, pero son muy costosos y, además, son tan histéricos que hasta con sus mismos amos están a las patadas día y noche). Vayamos por pasos. La paciencia. El taxi-bruss suele ser un Mercedes Benz de los modelos grandes (Marruecos, Mauritania) o un Peugeot 505 o 405 (Malí, Burkina Faso). En el asiento del copiloto hay dos asientos a la venta. Un asiento, dos personas. con independencia de las características anatómicas de cada una de ellas. Quizás a uno le toca ShaquilleNeal de compañero de butaca durante ocho horas. Atrás hay otros cuatro lugares disponibles. Lo mismo, da igual que sean cinco obsesos. Que se arreglen como puedan. La tortura psicológica se inicia cuando a uno le informan que no existen horarios de partida y que hasta que no se vendan los seis lugares, el taxi no sale. Si el sexto demora cinco horas en llegar, habrá que esperar cinco horas junto al chofer y el incombustible Mercedes Benz, todo un objeto de adoración en África (el que tiene un Mercedes es un intocable). Al dueño del taxi le importa un comino que sus clientes se cocinen vuelta y vuelta al sol en el medio del desierto durante medio día. Para él, los cinco dólares que le pagará el sexto en cuestión bien que merecen la espera. Si éste no se presenta, sólo queda una opción para acabar con la demora: comprar el “lugar” que queda libre. Pero, pero... La economía africana no está para lujos. Cinco dólares es mucha plata y los mauritanos o malíes no viajan cada día. Lo segundo: comodidad o ausencia total y rotunda de ésta. Las piernas son castigadas como nunca antes. La misma posición milimétrica durante horas, sumado al calor y los versículos coránicos que se desprenden del cassette de forma repetida hasta el hartazgo. Es una experiencia que una vez superada, atenúa cualquier otra de categoría “insoportable”. Mejor no prestar atención al kilometraje faltante porque las cuentas jamás cierran. El Mercedes no levanta a más de 75 kilómetros por hora de media aún en el llano. En Mauritania, si se viaja después del mediodía, a las 14.30, 17.25 y 19.15 el taxi se detendrá obligatoriamente. Es la hora de rezar. Es interesante como en las rutas de aquel desértico país han calculado velocidad-distancia para que los musulmanes no tengan que comunicarse con el más allá en pleno descampado. Cuando llega la hora, Oh, vaya casualidad, hay una pequeña mezquita a disposición del público en todas las carreteras. También hay que añadir, por si fuera poco, los numerosos e inútiles controles de la Policía, Gendarmería y Aduanas. El extranjero debe bajar siempre y enseñar el pasaporte. Las autoridades nomas controlan si has pagado el visado correspondiente o si éste se ha caducado. Excusas válidas para exigir un dinero equivalente a un salario de un incompetente uniformado.

Visado. Fuente exclusivamente recaudatoria que delata la pobre mentalidad de los Gobiernos de los países más pobres. Pese a que las autoridades se justifican bajo el el argumento de: “es una medida de seguridad, una forma de control”. ¿Si un indio, nepalí, burkinés o Malí no debe pagar absolutamente nada por el simple hecho de pisar el suelo dentro de los límites políticos de la República Argentina, por qué yo, maldita sea, debo pagar cada vez que entro a esos países? Si ya estamos allí, les daremos unos ingresos a los hoteles, los comercios, los artesanos. ¿Es necesario cobrarle un canon extra al visitante? La contradicción se acentúa en los países más abocados al turismo, el cual sustenta la economía de estos países (Cuba, Tailandia y otros paraísos del turismo cervecero-sexual).
¡Qué decir de las “tasas de visita” por entrar a equis ciudad o montaña! Una cosa, digo yo, es tener que abonar por entrar a un museo privado (que los públicos los financie el Estado que para eso se hace la declaración de impuestos y la deducción de los sueldos) porque la luz, el personal y el mantenimiento cuestan dinero. Otra, muy distinta, es aprovecharse de la ocasión para sacarles unos dólares al turista de paso mediante una suma que no afecta el bolsillo del visitante –he aquí la trampa que evita la queja o negación a pagarlo- pero que, a decir verdad, luego no se invierte en “mejoras” para el paraje, sino que, todo lo contrario: le estamos comprando el Gin importado al jefe del pueblo Dogón de Teli o Irelli con el cual se embriagará durante una semana.

Voleur. Ladrón, delincuente. Los he buscado en los barrios más necesitados de Rabat, Fez, Casablanca, El Ayaounne, Nouakchott, Nouadibou, Bamako, Bobo-Diulasso, Oaugadougo, Bamfora. Nos los he encontrado. De hecho, he atravesado media ciudad de Bamako, la capital de Mali (1,5 millones de habitantes, la inmensa mayoría pobre), un martes a la 1 de la medianoche, sin compañía. ¿Dónde están los ladrones? ¿Dónde está el mendigo desorientado que pide de mala manera un cigarro y dinero para agudizar su borrachera? Nada. ¡Tampoco hay Policía! Sólo los que organizan el caos del tránsito de sol a sol. Según los informes del Banco Mundial y las Naciones Unidas, Mauritania, Malí y Burkina Faso poseen casi la totalidad de los indicadores económicos (muy alejadas de lo real en determinados casos, pero vamos a creerles esta vez) por debajo de países como México, Colombia, Brasil o Argentina. ¿Podría haber hecho yo, tan tranquilo y ancho, la misma excursión nocturna por una barriada periférica de Sao Paulo, México DF, Medellín o Buenos Aires? Señoras y señores, la pobreza extrema o la falta de trabajo no son las principales causas de la delincuencia a gran escala. Existen fundamentos socio-culturales que explican por qué las grandes capitales de las naciones de América Latina son las regiones más peligrosas del mundo. No hacen falta más pruebas. Que marchen los titulares en los matutinos. La conciencia de lo que somos, o no somos, o nunca podremos ser y otros sí son (o aparentan ser, mejor dicho), nos juega en contra a los hijos de la Razón. La moral de las mafias y la complicidad o impunidad de las Policía o el Gobierno se encargan del resto.

25 de abril de 2007

Abc de África del oeste (1er. fascículo)



Ah. Los programas radiales de mayor audiencia en Malí son los monólogos que, según dicen ellos, son cómicos (yo no he podido comprobarlo porque de Bambara entiendo como de botánica) pese a que los radioescuchas nunca se ríen. Un narrador va relatando cosas al micrófono mientras un segundo, en el final de cada párrafo, asiente con un "ah", que viene a significar "ok", "aha", "cierto", "siga adelante, maestro". Lo interesante es que, cada dos párrafos, el moderador interrumpe con el "ah" al conductor del programa, cada vez con un "ah" de mayor decibios. Hasta que en un determinado momento, el "ah" lo emite con tanta frecuencia y tanto volumen, que el imaginario al otro lado de la radio presupone al narrador montándose al Señor Ah, que jime y jime al micrófono. Eso sí que es cómico, se entienda el bambara o no.

Al-Jazeera. Amo y Señor de la información de habla árabe. Desde Indonesia hasta Marruecos, esta multinacional de las noticias con sede en Doha, Qatar (origen de la riqueza: petróleo), acapara tres de cada cuatro televisores de 8 a 22 horas. Al Jazeera, que significa “el observador” hace auténtica gala de su nombre. Dispone de cinco señales que se pueden decodificar por satélite mediante las parabólicas (a 2007 no cuestan más de 300 dólares); la principal, 24 horas de noticias en árabe, el secundario, idem, pero en inglés y con un enfoque más occidental. Otros dos canales de deportes que televisan, entre otros tantos eventos, la liga española y la liga argentina (ambas con partidos completos, noventa minutos de tiqui-taca, en directo, sin importar las diferencias horarias). Y la señal más interesante es, sin duda, “Al Jazeera documentary”. Se ve que esta gente que viste de blanco por el desierto sabe invertir bien el dinero que obtienen por la explotación de sus yacimientos. Envían cámaras y periodistas a Bolivia, el Tibet o Alaska para que el mundo árabe se entere, de una manera realista, sin ficcionalizar (¿tan difícil es hacerlo?), y cercana, de cómo otros viven y sobreviven en otras longitudes y latitudes. Además de informes de ciencia, medio ambiente, Historia. Siempre bien documentado y con un estricto rigor informativo. Lástima que este último canal se emite en árabe y con subtítulos también en árabe. Si no, ya me hubiese comprado la parabólica en el suk de Fez. Es de lo mejor que la televisión mundial ofrece al día de la fecha.


Alá. La respuesta a todo que lo no se puede explicar con la neuronas humanas. Dios del Islam o invento de un presunto profeta al cual se conoce popularmente como Mahoma, Mohamed o Muhamad. Dios que ha derrotado a su paso a toda clase de riquísimas divinidades y santerías de la África negra mediante el garrotazo, el gatillo o el zarpazo para imponer una disciplina cimentada con el machismo, la castidad... Pero, también, todo hay que decirlo, una dosis de solidaridad que los occidentales deberían tomar como ejemplo. De la Jihad y el paraíso post-mortem, mejor que hablen aquellos que lo hayan comprobado. En 4200 kilómetros de territorio musulmán recorrido, yo no he visto absolutamente nada vinculado con el fundamentalismo islámico más que una publicación con Bin Laden en portada.

Argent. Dinero. "L'argent, l'argent". Estiran la mano y piden. Señoras con bebés en brazos, niños, adolescentes... El francés puede ser muy limitado en algunos pueblos de África. Imaginar, entonces, a un linyera o vagabundo que pide ayuda diciendo "dinero, dinero...". Algunos osan a reclamar: "Donnez moi l'argent (deme usted dinero)". Como decía, para la mayoría de africanos somos ricos y como nuestra billetera es obesa, ¿por qué no vamos a darles el dinero a ellos, que son pobres, sin que ellos tengan que hacer nada para conseguirlo, tan sólo pedir? ¿Qué piensa el obrero que se rompe el lomo durante catorce horas al día por conseguir l'argent? Cuidado. Hecha la ley, hecha la trampa. Que sea difícil conseguir trabajo en África no implica tirar la toalla a la primeras de cambio y tomar el atajo: pedir limosna en la calle.

Atai. Té. Desplazarse hasta el desierto del Sáhara vale la pena exclusivamente para observar como elaboran, siete u ocho veces al día, el atai. La gran diferencia, además del sabor, naturalmente, es que allí se toma el té con espuma fina, cosa que no es fácil de conseguir. Existe una técnica de volcar el té de un pequeño vaso a otro, dejando el primero 30 centímetros (estirando el brazo) por encima del otro e ir embocando el contenido de un vaso a otro, unas veinte veces. Hasta que, por fin, las copitas obtienen una espuma después de unos diez minutos de té para aquí, té para allá. Las espuma queda entonces en cada una de las copitas a la espera del atai. El té, por su parte, es calentado al carbón (todo se calienta al carbón en África) y el azúcar se introduce en pequeñas barras sólidas en el interior de la jarra. El otro arte de esta producción artesanal consiste en lograr que el sabor y el aroma de las hierbas acaben bien diluidas en el agua de la jarra metálica. Bastante más que lo que acostumbramos. De modo que después de hervirlas unos diez minutos, sirven el té a una copita para probarlo. Luego lo vuelven a volcar en el jarrón metálico, esté ya bien mezclado o no. Es igual. Y otros diez minutos de ebullición. Al cabo de medio hora se sirve el té a los invitados.


Bus climatisé. Bus climatizado. "Justo esta semana no funciona el aire acondicionado". La misma justificación utilizará el choffer ante una nueva queja siete días después.

Cadeau. Regalo. Por sistema, los niños de Malí y Burkina Faso piden obsequios a los turistas occidentales. Según el imaginario africano, producto de las mentiras que los mismos visitantes les cuentan sumado al mundo artificial que la televisión les enseña, en Europa el dinero se siembra como las olivas. Por lo tanto, todos deberíamos tener algo que no sobre y regalárselos. Si no disponemos de ningún objeto para regalar, podemos ser mal vistos. La culpa de todo esto lo tuvieron los primer imbéciles que cometieron el infortunio de hacer regalos a cada paso. Ahora, todos los visitantes debemos pagar el peaje.

Chogo. "Diego" pronunciado por un joven de Malí y Burkina Faso. Por sistema, "Chogo Maradona" a continuación y las preguntas de rigor: "¿Eres familiar de Chogo Maradona?" o "¿Eres futbolista (vous joues balon)? (como los únicos argentinos que conocen son futbolistas profesionales). Desde luego, además: "¿Estás casado? Una vez respondido: ¿Por qué no está casado?"

Dogon. Pueblo de origen sudanés que emigró hacia la falla de Bandiagara, al sur de Malí, hace cinco siglos despojando así de estas tierras a los pigmeos. En las guías de viaje se vende el tour por el País Dogón como el pastel más apetecible de la África negra. El fundamento es que se trata de unas tribus animistas con unas costumbres exóticas desde la perspectiva occidental. Desgraciadamente, pocos son ya los rituales dogones que han sobrevivido a la oleada del Islam, los teléfonos móviles y las botellas de Gin importadas. Rescato el saludo de dos dogones que se cruzan entre un pueblo y otro. El siguiente diálogo ping-pong tiene una duración total de 7,3 segundos.

-Sare (hola. Cómo está?)
-Tara (bien, gracias ¿y usted?)
-Uru (bien, gracias. ¿Ha dormido bien está última noche?)
-Casara (sí, he dormido bien, a pesar del calor. ¿Qué tal sus galllinas?)
-Ende (sí, mucho calor. Mis gallinas están bien. ¿Qué tal su huerta?)
-Teli (complicado, la tierra está muy seca. ¿Su familia?)
-Combolé (mis hijos están bien, ¿Y su mujer, ya se curó de aquella enfermedad?)
-Mandiagara (ya se curó, In sha'Ala, ¿su trabajo cómo va?)
-Duru-duru (muy bien, In sha'Ala, ¿y el suyo?)
-Aiaré (bien, bien. Hasta la próxima).
-Mairé (hasta la próxima).

23 de abril de 2007

África es


África es lo inmediato, el lunes a lunes y martes a martes. Por la mañana llega el camión de Coca-Cola, el encargado del camión deposita la mercadería, cobra el recibo y sigue camino al siguiente cliente. Las botellas de Coca-Cola se agotan por la noche y al día siguiente se vuelven a reponer. Lo mismo el miércoles, el jueves, el viernes...

África es la jarra con un poco de agua. La jarra de agua para limpiarse los pies y la cara antes de cada rezo. La jarra de agua para la higiene femenina. La jarra de agua para la lavarse las manos antes de comer. La jarra de agua para beber el agua. La jarra de agua para ducharse, limpiarse la cara cada mañana. La jarra de agua para manipular los alimentos.

África es una sonrisa ignorante que enamora. La hermandad por defecto y sin especulaciones ni dudas: los africanos te saludan cordialmente sólo porque eres un ser humano y porque has pasado por delante de ellos. No eres un número de la seguridad social ni del registro civil. Eres un tubabu siempre bienvenido. Siempre es siempre y bienvenido bien-venido.

África es un niño desnudo que corre descalzo por una calle sin asfaltar. Un niño desnudo y con la panza hinchada de avena y sólo de avena que la naturaleza aún resguarda de la temporada de lluvias del año anterior. Una avena que su hermana amaso durante dos horas bajo un sol que castigaba a latigazos sus hombros y su colorida ropa. Un sol implacable, infalible, inmisericordioso, rencoroso y puntual que condiciona la rutina, el trabajo y el sueño. Un sueño intermitente y difícil de conquistar durante la saison de chaleur. Los jóvenes de Malí se duermen durante el día porque no han dormido bien por la noche, pero el calor que los anestesia es el mismo que los despierta a cada momento. Algunos habrán trabajado la noche anterior, otros, simplemente, lucharon contra el sudor y los mosquitos durante la madrugada. ¿Quién puede dormir bien en África durante la estación seca? África es un niño que conduce un carro que mueve un burro. El burro, institución fundamental de África. ¿Qué sería de los africanos sin el burro (o el camello o el caballo)?
África es una mano abierta que lo poco que tiene lo da, y lo mucho que necesita lo pide a través de su solidaridad y hospitalidad. Enseñan con el ejemplo: cuando el mundo cree que la solidaridad se transmite de blancos a negros, el mundo se equivoca. Las ONG´s, las donaciones... Cuando ellos nos alojan sin afán de lucro, nos invitan un té y un delicioso cuscus, son ellos los que nos están enseñando a vivir, a ser humanos propiamente dichos. La relación de solidaridad es tristemente a la inversa.

África es un pasado que la erosión de la memoria borró rápidamente. Pero, sobre todo, África es un presente continuo y un futuro. Las calles están poblados en su mayoría por niños. Hay supervivencia de la especie asegurada para rato. Una mujer, un niño en su espalda. No se entendería de otra forma por qué la mujer existe. ¿Habrá sido la consecuencia de una velada sexual desafortunada? ¿O a los 18 años ya quería dar de mamar? "Fue Dios", me respondió ella. África es un bebé mascando el pezón de su madre en el mercado, la puerta de su casa o donde sea.

África es vivir. ¿Por qué pensar? Si para subsistir no es necesario pensar. La naturaleza y Alá (o el santo o divinidad de la tribu o etnia) ya se han encargado de diseñar y pilotar la vida del llanto inicial al llanto final. Es cuestión de encarrilarse y dejarse llevar. La vías son firmes y llegarán a destino. ¿Cuestionar esto? ¿A quién se le ocurre cuestionarse que el sexo sólo se practica una vez casado? La bibliografía freudiana puede utilizarse como empaquetadora de pan (visto en Bamako, la capital de Mali, en Badalabougou, el barrio al otro lado del Río Níger).África es mirar hacia arriba. Arriba está Dios y arriba está el presunto mundo perfecto; algunos lo llaman Europa. Hay que insistir que miren hacia abajo, a sus pies de tierra.
África es el infierno durante la temporada de calor. Sequía, insomnio, sudor, mal nutrición. El Imperio del sol y los 44 grados centígrados acaba con un nuevo infierno: las lluvias, los mosquitos, la malaria y la muerte en masa. Si no es el paludismo será el cólera y si no será el cólera será la fiebre amarilla y si no será la fiebre amarilla será la meningitis y si no será la meningitis será el Sida.

África es, pese a todo, ganas de vivir. África es.

Malí.JPEG

Por motivos que podrían catalogarse como “profesionales” y que próximamente serán conocidos, no incluyo en este blog las mejores fotografías realizadas en África del oeste (Marruecos, Sáhara Occidental, Mauritania, Malí y Burkina Faso). De momento, tampoco dispongo de imágenes en formato digital de la región Dogón en Malí ni del último país visitado, dado que la máquina fotográfica, sin previo aviso y de forma unilateral y caprichosa, tomó la decisión de dejar de funcionar por tiempo indeterminado en la ciudad de Mopti, en Malí.

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Mopti

Ruta Bamako-Segou

Mercado semanal de Djenné


Mopti


Djenné






Mopti







Segou







Carrefour Djenné





Confluencia de los ríos Níger-Bami






Segou





Mopti





Mopti




Bamako, capital de Malí





Confluencia ríos Níger-Bami





Río Níger (Bamako)



Carrefour Djenné




Bamako


Carrefour Djenné





Bamako


Ruta a Djenné






Bamako




Djenné




Bamako





Djenné





Bamako





Djenné




Nioro du Sahel




Djenné




Didjneni

Mauritania.JPEG

Por motivos que podrían catalogarse como “profesionales” y que próximamente serán conocidos, no incluyo en este blog las mejores fotografías realizadas en África del oeste (Marruecos, Sáhara Occidental, Mauritania, Malí y Burkina Faso). De momento, tampoco dispongo de imágenes en formato digital de la región Dogón en Malí ni del último país visitado, dado que la máquina fotográfica, sin previo aviso y de forma unilateral y caprichosa, tomó la decisión de dejar de funcionar por tiempo indeterminado en la ciudad de Mopti, en Malí.

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Ruta de la esparanza (sur de Mauritania)






Kiffa







Aleg






Dunas de la Ruta de la esperanza






Dunas de la Ruta de la esperanza







Dunas de la Ruta de la esperanza




Ruta Nouakchott-Atar





Ruta de la esperanza






Atar



Atar



Ruta Nouakchott-Atar





Noaukchott, capital de Mauritania




Nouakchott


Nouakchott





Dunas Ruta Noaudibou-Nouakchott




Nouadibou





Nouadibou





Cementerio de barcos de Nouadibou





Nouadibou





Nouadibou (propaganda electoral)