25 de agosto de 2008

"En pie de Guerra" (La Nación Revista)












"En pie de guerra", reportaje sobre testimonios de argentinos en el Ejército de Israel publicado ayer en La Nación Revista.

19 de agosto de 2008

Perra vida


Hoy se me ocurrió escribir sobre una cuestión esencial: los perros. Poco se habla y escribe de ellos en los medios de comunicación y eso que para un importante número de personas -y cada vez más- los perros son parte de los cotidiano. Se supone que son las mascotas de los "amos". Pero si el "amo" alimenta, saca a pasear, le limpia la caca, lo lleva al veterinario (y les compra los medicamentos), los baña, los cepilla y hasta les corta las uñas; ya me dirán ustedes qué clase de "amos" son los dueños de perros.

Como decía, poco se trata la cuestión canina en los foros públicos. Mucho menos se hace sociología de los cuadrúpedos peludos. En mi opinión, la masiva presencia de perros en los hogares no se puede explicar de otra forma que no sea por la ausencia de cariño y compañía humana. Pobrecitos, se los utiliza para reemplazar el amigo, pareja, buen padre o buen hijo que no está o que está pero como si no. Qué pena, ¿no? Claro que no todos los que tienen perro padecen este tipo de patología. Simplemente es una moda eterna esto de tener perros. Si no fueran necesarios, ¿por qué hay tantos?

En España recorrí decenas de casas como vendedor de seguros de entierro. En tres de cada cinco puertas, calculo yo, me recibían a los ladridos. En Argentina no anda muy lejos la estadística. Hace poco que me mudé y mis dos únicos vecinos en el bloque... tienen perro. Ambos dan crédito a la máxima que postula que los peludos son semejantes a sus amos. Un padre que ronda los sesenta sale de caminata con una perro de 15 años de edad que se arrastra como puedo y ya no ladra porque ya no se acuerda. Lindo bicho: el día que me conocía por primer vez hizo pipí en mi puerta. La bautizó. La raza la desconozco (claro, como nadie informa sobre los perros). Y la del tercero es una mujer inquieta, con dos hijas inquietas y un caniche inquieto. Por sistema, infalible, ladra siempre que suena el timbre. Y seguro que muerde, de mala leche que es.

De momento, este caniche no ladra por las noches. Sospecho que porque es invierno. Esto no lo leí ni lo dijeron en la tele; lo soporte durante tres años en el monte: los perros sólo emiten ladridos nocturnos en verano.

En la Capital Federal se acumulan cada noche 70 toneladas de caca de perro. Qué poético. No vamos echarle la culpa a los peludos, pobrecitos, que ni saben que eso se llama "mierda" y que su color es marrón, amarillo, negro o hasta verde. Total, que para algo se paga el ABL y que limpien los hombres de ciudadanía paraguaya por las noches. Que se haga decreto: el que no entiende eso de tener un perro -que no sabe limpiar su propia mierda- que no lo tenga.

Por otra parte me parece que tener un perro en la ciudad, atrapado entre hormigón, asfixiado, que tenga que usar un ascensor, es antinatural para los canes. ¿Acaso no vamos a creer que la naturaleza los adaptó filogenéticamente para que puedan sobrevivir en el décimo piso de una torre de Belgrano y compartir esos 15 segundos de elevador con una viuda insufrible y mentirosa?

De chico quise tener un perro, pero me niego a torturar - y a someterme a sus caprichos- de los perros en plena ciudad, sin aire, sin que pueda hacer caca y uno no tener la obligación de limpiar el excremento en el momento. En el campo, señores, de eso se encarga la tierra. La mierda de perro es bendecida.

Perra vida. He visto gente llorar por un perro, familias descompuestas por el fallecimiento de ese hermano no humano. También vi perros llorar por la ausencia prolongada de sus dueños. De noche, los pobres ladran. Pero sólo en verano.

Un gran amigo tiene una compañía maravillosa: Negro. Lo arropa cada mañana en la playa (vive a 20 kilómetros de Barcelona), en la luz y en la sombra. Conectaron el uno con el otro. Se lo cruzó por ahí y se enamoró de él. No lo compró en una veterinaria ni en la feria de Cachogos (¿quién le habrá puesto la "g" en el medio?, que suena horrible). Tampoco lo manda a la peluquería. Si es un perro...

11 de agosto de 2008

Alfonsín tenía razón

En aquellos ochentas, la propuesta sonó a broma: la Capital Federal debía ser trasladada a la ignota ciudad de Viedma, la capital de Río Negro. La iniciativa del ex presidente radical, Raúl Alfonsín, pretendía ni más ni menos que descentralizar el poder y la población de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense. Y eso que, a mediados de los 80, éramos (yo tenía 6 años) en el área metropolitana la mitad de los 15 millones de personas que superpoblan esta región. En Brasil no había funcionado el traslado de Río de Janeiro a Brasilia -esa ciudad, San Pablo y Belo Horizonte no perdieron un solo habitante sino que siguieron construyendo para arriba-. Entonces, ¿por qué en la Argentina iba a ser exitosa?

Si hoy analizamos el exceso de gente que vive en la Capital Federal y el GBA y los apuros económicos que eso genera; la inseguridad, la inflación inmobiliaria, la contaminación, el colapso permanente y sistemático del tráfico sobre ruedas y rieles, dependencias estatales repletas de colas. ¿Se pudo haber evitado todo esto? Sí, se pudo haber evitado. Pero no se quiso.

Para colmo, todos los equipos grandes del fútbol están por acá (o a 20 manzanas del límite, que es lo mismo) y los chaqueños o salteños que no padecieron una emigración económica forzosa a la "gran ciudad" sueñan con, alguna vez, probar suerte en la ciudad donde Palermo la emboca o donde Falcao grita los goles por Fox Sports.

Como muchísima gente, tomé la determinación de escapar de la city, aunque cinco días a la semana debo ir a trabajar al barrio de Palermo. Es que no se aguanta.

Aún así debo soportar el tráfico a ciertas horas -jamás a hora pico, sería lo último-, me tomo el subte que no es nada agradable durante el día. Pero, sobretodo, debo padecer el stress visual, auditivo, gustativo y táctil de una megaurbe (metropolis, megalópolis... ¿cómo es que le decían en el cole?) que explota. Explota. Y eso que he estado en Calcuta, Bombay, México, Bangkok y otras megaciudades de más de 20 millones de habitantes. Pero estuve sólo de pasada. Aquí, vivo. Y la cosa va a peor ante nuestros ojos.

Hay que sacarle la mano de la foto triunfal a Don Raúl y darle la mano derecha. A 2008, a la vista de los hechos, habría que haberlo, al menos, probado. Total, qué se iba perder. Siendo la Argentina tan tan grande (¡de El Calafate a La Quiaca hay 5.000 kilómetros y más de la tercera parte de la población vive en 400 km2!) no hay forma lógica racional de poder explicar cómo sucedió todo esto. Los pobres del interior que conformaron las villas en los últimos 40 años nada podían hacer para evitarlo. Unos de los grande fallos estructurales de este país es la centralización excesiva, perniciosa, en Buenos Aires. Si no, miren a Europa en los mapitas de google: tienen varias grandes ciudades, la mayor parte, equilibradas. Sólo un puñado superan los 2,5 millones de habitantes.

¿A quién se le puede ocurrir poner a tanta gente a cocinar, lavar los platos, dormir, cojer, estudiar, caminar, correr, hablar, discutir, besar o patear un culo en tan poco espacio?

¿A qué clase de tarado se le ocurre tener un hospital con 500 camas para 200.000 personas?

Alguna vez tendremos a otro bigutudo "inocentón" que propondrá mandar la capital a Chapadmalal o Santa Teresita. Señores, por favor, hagámosle caso.

5 de agosto de 2008