9 de marzo de 2007

Sáhara Francófona

El castellano depurado y sintácticamente correcto con el cual Bashir, de 80 años, me habla durante la caminata por la calle principal (la ruta) de Tarfaya ha sido aprendido con un fusil en la mano durante la Guerra Civil española. El sabio, partidario del Mal, fue recultado por las tropas del General Franco en mayo de 1936. "Yo fui uno de los primeros soldados que entró a Madrid", me dice al oído, a paso rengo. El Sahara Occidental formaría parte del protectorado español, hasta 1975, y como consecuencia de la ocupación, decenas de miles de saharaius hablan español de tú a tú.

Bashir me obsequió algunas frases endemoniadas ya escuchadas. "Franco fue un hombre muy valiente". "Salvó a España del comunismo". "Los comunistas no creen en Dios; eso es muy malo". Después de la guerra vivió tres años en la Islas Canarias, ubicadas a 80 kilómetros de Tarfaya, la distancia entre la obesidad y la hambruna, y luego regresó al desierto para ganarse la vida como cartero. Cuenta que mató a muchos milicianos repubicanos. No se arrepiente de nada.

En la otra orilla, una familia saharaui de El Aioún, la capital del Sáhara Occidental -hoy controladada por miles de uniformados marroquíes- me narra su historia. Faradji Ben Mohamed y Mohamed Ben Faradji, abuelo y padre de Iadjí (mi guía en esta oportunidad), fueron detenidos en 1956 por las tropas secretas franquistas por una presunta, pero jamás comprobada, relación con los grupos independentistas del Sahara. Después de dos años entre rejas, los dos saharauis fueron devueltos a casa, en El Aioún, como trapos de piso. Los dos fallecieron junto a sus seres queridos al cabo de dos años.

Hoy la familia Rasma reclama una indemnización al Gobierno español. Los dos capturados, en ese entonces, eran ciudadanos de una provincia española y, según los abogados, merecen igual consideración que los hijos de las víctimas del franquismo que hoy cobran una interesante paga. Sin embargo, es difícil imaginar a una adminstración en Europa abonando euros en cuentas bancarias de hombres o mujeres que hablan árabe y que comen el delicioso cus-cus con la mano.

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