24 de agosto de 2007

Estamos Unidos


Fuera de América Latina, el término América es exclusivo para referirse a los United States of América. Los americanos son ellos, los yanquis, los gringos. Un documental americano, dicen en España o en Francia, es un documental producido en EE.UU., ni en Guetemala ni en Perú ni en Uruguay. The american way of life, The american pie (un film que denosta la inadjetivable cultura de esta gente hoy). Todo es americano, sin ningún tipo de aclaraciones. ¿Para qué? Américo Vespucio fue uno de los primeros aventajados que dio cuenta que las naves de Colón no habían llegado a Las Indias orientales, las tierras de las ansiadas especias por los banqueros de Toledo, sino a otro enorme pedazo de corteza terrestre. Los del norte de América se apropiaron del término -acaso como todo-, al extremo que el resto de los americanos deben rotularse latinoamericanos, centroamericanos, sudamericanos o lo que fuere. Americanos son sólo ellos. En Australia o Senegal, si no, no se entendería. Nos han obligado a asumir esta particular derrota.

La Historia en Occidente comenzó mucho antes que existiese un estado moderno EE.UU. Es un alivio. Revisar los libros de las edades Antigua y Media y no encontrar referencia alguno sobre un pueblo hegemónico, organizado con armas sofisticadas, osado y esquisofrénico por dominarlo todo en el norte de América. Hubo otras formas de poder, otra explotación, pero no perpretada por los actuales patrones. La bibliografía del siglo XX ya se comienza a idolatrar a la ciudad de Nueva York como a ninguna otra. Mal asunto. Londres y París fueron desplazadas como los epicentros de la cultura, las artes y la ciencia. Una pena. La Historia se desplazó geográficamente.

Pero el asunto viene a que tenemos un desconocimiento muy grande de cómo los usos, hábitos y creencias de los americanos del norte se instalaron como residentes en nuestros sistemas, acaso como un caballo de troya informático. De un modo inconsciente y progresivo, las estéticas, formas de hablar o aspiraciones en la vida de los de arriba se han impuesto por sobre un importante sector de las sociedades del resto del mundo occidental. Son un referente invisible para todo: aún culturas europeas anteriores a la estadounidense son envenenadas. Aún París está contagiada de las postales del show, el entretenimiento barato, la pereza intelectual.

¿Qué decir de las vestimentas? ¿Qué decir del rap, el hip-hop, Hollywood, Coca-Cola? Aclaración: una cosa es comer una salsa de Malasia, otra, muy diferente, es pensar como los habitantes de malasia.

Decía Madonna, hace cuatro años, en una entrevista a una revista londinense. "¿Si elijo entre Nueva York o Londres? Bueno, los ingleses quieren, sobre todo, disfrutar de la vida al menor costo. Los americanos, por su parte, están pensando todo el tiempo en cómo hacer mucho dinero y ser famosos".

Hacer mucho dinero y ser famosos. ¿Cuántos jóvenes se presentan a los castings de reality shows u otros concursos de la televisión fuera de los Estados Unidos?

Madonna es un estandarte de la mencionada cultura, pero no es tonta. Algunas cosas ve. Casualmente, yo noté en su última gira que durante el concierto (lo vi por televisión), cada tema tenía una escenografía, coreografía y actores diferentes. Cada bendito tema (un presupuesto descomunal). La música era secundaria. Michael Moore, el periodista que mete las narices donde los políticos de su país no desean, cae también en aquel fantasma invisible de lo american. Se jacta en sus informes de la miseria del sistema político de EE.UU., así como ciertas falencias del american way of life. Sin embargo, este monstruito roedor de los cinco continentes también se lo merienda a él. Su forma de narrar sus documentales, las estéticas que utiliza, el afán por la espectacularidad... Es muy americano. I'm sorry.

Confieso que soy un mendigo del cine europeo independiente, preferentemente anterior a los años 90. No puedo, no puedo más, con las series y las películas estadounidenses de últimas facturas. Salvo excepciones -quién dejaría de ver a Al Pacino o Robert de Niro-, pero en su gran mayoría, ya no soporto ni el acento del inglés americano de ciertos actores y actrices de Hollywood. Me enerva. Los he dejado, quizás sin vuelta atrás, porque quiero pensar, me gusta pensar. Me gusta que me hagan pensar, ante todo.

Hace unos días revisaba los canales que incluye el sistema de televisión por cable argentino. El 80% son señales de Estados Unidos, de series o largometrajes made in USA o de empresas latinas que transmiten desde Miami, Atlanta o Los Angeles. El resto de emisiones dependen de alguna forma u otra de capitales norteamericanos. ¿Alguna vez comprenderán que el béisbol o el fútbol americano -otra vez- nos resultan prácticas deportivas propias para la tontería o una buena siesta?

No todos callan. Una productora independiente de cinematografía en la Argentina se denomina Grupo Mascaró, Cine americano. No es una ingenuidad; es pura intencionalidad en el membrete. Y, debo confesarlo, hacen cine americano propiamente dicho. Pero del bueno. Tuve que utilizar mi neuronas durante la proyección. Gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Diego,
por que tanto odio hacia los Estados Unidos? Asi que sos Diplomado en Periodismos en la escuela DeporTEA? No sabia que DeporTEA otorgaba titulos de diplomado? Saludos

Diego Gueler dijo...

¿Quién dijo que yo odio a los Estados Unidos o todos los estadounidenses?

Segundo, el título de "Técnico superior en Periodismo Deportivo" puede considerarse como un diplomado, ya que no alcanza el grado de licenciado. Además, yo recibí un diploma de papel por ello.