"El mayo argentino", texto publicado en la sección Yo, periodista de El País
La historia antigua de la Argentina cuenta que el 25 de mayo de 1810, la burguesía criolla logró desactivar por la vía violenta la dependencia comercial con la Corona española. Es lo que los manuales de colegio rotularon como “la revolución de mayo”. La historia actual de la hija-patria española cuenta que, a dos años del Bicentenario de aquella gesta, el mismo lugar, la Plaza de Mayo, lució vacía. La guerra se ha trasladado a otra parte.
Los “revolucionarios”, los productores agropecuarios, cortaron rutas en la provincia de Entre Ríos y se enfrentaron con agentes de Gendarmería como un nuevo gesto de desagravio contra el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, por la suba a las retenciones de las exportaciones de carne y granos. El conflicto, que ya va por su segunda huelga del campo permanente, vivió sus momentos de máxima tensión, al sumarse numerosos manifestaciones de agrupaciones de piqueteros, “los contrarrevolucionarios”, quienes marcharon, en una de ellas por la Av. Corrientes hacia el simbólico Obelisco en señal de apoyo al Gobierno.
El resto del país sigue perplejo y cada vez más preocupado por una pugna que pudo evitarse, en una nación en pleno crecimiento económico y con una Presidenta que asumió hace seis meses con un altísimo grado de apoyo social (59%), pero que perdió 21 puntos desde que se inició la contienda, según la consultora independiente Poliarquía. Un día después, en una medida de contraataque, consultoras estatales difundieron una realidad opuesta, que la Presidenta, incluso, ganó afición.
Son las dos argentinas que se narran a diario. Cada argentino debe decidirle a cuál creer a cada paso.
El clima de este mayo francés es, por lo pronto, de nubosidad variable y probabilidad de chaparrones: hay altos niveles de inflación –20% en 2007 según las consultoras, 8% para el desmantelado INDEC oficial-, elevadas tasas de pobreza e indigencia –las cifras del Gobierno contabilizan 4 millones menos respecto a otros sondeos- y un número de delitos, crímenes y secuestros –el sábado a la noche fueron asesinadas a balazos 5 personas en Córdoba, Santa Fe y San Juan- sólo comparables al período de crisis post corralito. “¿Crisis? ¿corralito? No es posible que puedan volver a ocurrir”, aseguró un economista allegado al Gobierno. En la City porteña no piensan igual: especuladores financieros compran cada vez más dólares y euros.
Por si fuera poco, el “granero del mundo” de los años ’40 (el medioevo argentino) ahora debe tragarse toneladas de soja, trigo y bifes de lomo. Y eso que el hambre es un bien que aquí también abunda. El secretario de Comercio, Guillermo Moreno –un as de espadas del ex Presidente Néstor Kirchner- bloqueó sucesivamente las exportaciones en el legendario puerto de Santa María del Buen Ayre.
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