19 de julio de 2007

Saber perder (contra Brasil)

REUTERS

Un alumno de universidad, por más aplicado y talentoso que sea, no puede obtener el título si no supera los Finales.

Ocurre que para ganar una final se requiere de un dominio sobre un conocimiento específico. Los argentinos deberían robarles los apuntes a los brasileños. No sabemos cómo, pero ellos siempre salen vencedores (la selección argentina no elimina a Brasil de una competición mayor desde 1993). Esta última vez, incluso, los albicelestes alcanzaron el Final con aireados sobresalientes. Uno detrás de otro. Paff, paff, paff.

Hace algunos años se hablaba de un aura, una cierta pasta de campeón, que protegía a los bienaventurados en su camino a la gloria. Será que la Argentina no la tiene desde hace tiempo, visto lo visto. Y que Brasil la prepara a placer, visto lo visto. Ellos salen al campo mejor concentrados, más centrados, vaya a saber uno qué, pero mejor que sus rivales vecinos. No cabe duda de ello. Aún sin sus figuras más bienaventuradas, los pentacampeones del mundo parecieran llevar en su información genética un chip especial para disputar los Finales cómo Dios manda.

Que el técnico brasileño Dunga preparó bien el partido, que los dirigidos por Basile (¡le rompieron el coco!) no tuvieron suerte de su lado, que el gol en contra de Roberto Ayala fulminó los ánimos argentinos... Cabe arrodillarse ante la superioridad.

Durante un partido de Copa Libertadores -creo recordar- entre Rosario Central y el América de Cali (vencía de visita tres o cuatro a cero, hace por lo menos seis años) el periodista Juan Pablo Varsky dijo durante la transmisión: "Y... A veces pasa que el rival juega mejor". Que no todas las miserias se originaban en casa. En la reciente ocasión, Brasil jugó mejor desde todas las ópticas futboleras abordables. Felicitaciones, beso y medalla.

Los que no lo supieron entender fueron aquellos que no valoraron el segundo puesto y se quitaron el medallón. Me comentaba mi primo de Uruguay al finalizar el partido: "¿Sabes lo que daría yo por mostrarles a mis hijos, algún día, una medalla de plata de una Copa América? Por cierto, ¿que pensarán al respecto los jugadores de Colombia o de Bolivia, que quedaron últimos en la competición? Los mexicanos, el día anterior, saltaban chochos por haber conseguido el tercer lugar. A los uruguayos, otros desagradecidos, tampoco les importaba el podio. Como si la Celeste alcanzara las etapas decisivas en cada competición que disputara. ¿Para qué quiero yo un reconocimiento?

Campeones o fracaso.

Así no se puede andar por la vida, señores. El disc jockey argentino Hernán Cattaneo se quejaba porque sus fans argentinos se tomaban la música electrónica "demasiado en serio". O pasaban la mejor noche de sus vidas o el Dj los estafaba; sin medias tintas.

Dicen que uno no se cansa de ganar, pero sí de perder. Que aprendan a perder. Quizás así algún día logran ganar algo.

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