13 de febrero de 2007

Historias sinfín (Rabat)

Pescadores de fibra óptica
-Yo, en España, podría hacer mucho dinero con la fibra óptica. Puedo abrir muchos puertos más rápido que cualquiera, me dice Rahman, un pescador habitual en el acantilado del antiguo barrio de Kasbah des Oudaias, al norte de Rabat, la capital administrativa de este Reinado.
-Pero tú decías que tienes dos propiedades aquí, que vives bien. ¿Por qué te vas a complicar la vida allí, si aquí tienes a tu familia, tus amigos del alma?, le respondo yo.
-Aquí yo gano 4.000 dirhams (450 dólares) por mes. Allí, ufff, podría mucho más, dice elevando su brazo, mientras prepara las próximas lombrices para la engañar a los pobres peces.
-Y cuál es sueldo medio de los marroquíes?
-750, 1000 dirhams (la hache inhalada).

En una de las zonas más agrestes de Rabat, el Consulado de España agolpa a cientos de pescadores de fibra óptica cada mañana. Dos escribas se aprovechan de los analfabetos o de los que no entienden ninguna otra lengua además del árabe o el berber para efectuarles en relleno de la documentación por 150 dirhams.


Los berber son una etnia que se originó en las montanas del centro y sur del país y de la cual desciende la mitad de los marroquíes, aunque sólo lo reconoce un 25%. Es que ser berber es una consideración colectiva de valoración opuesta a , por ejemplo, ser titulado en l'ecole des Etudes en París (que cuesta una millonada y tiene dudosa calidad académica). Creencias estúpidas hay en todas partes.

Los aspirantes a una tarjeta de residencia que les permita trabajar del otro lado del Estrecho hacen, como mínimo, cuatro horas de cola. Los formularios para poder ingresar al área de países de la Comunidad Europea, área Schenguen desde 1992, algo así como la Berlín occidental durante la guerra fría, el muro, el "ellos" y el "nosotros", prohibo pasar, del otro lado de la línea, por favor.

"España es más moderno... Mejor que aquí", coinciden en la cola, mientras el sol desayuna su piel a la brasa. Algún familiar o algún amigo les ha hablado del mundo de las mil maravillas: España, Europa. Existe una desesperación por avanzar en la cola. La mayoría lleva cuatro meses esperando el sello que un funcionario que cobra trescientas veces lo que ellos y que, posiblemente, mientras estos seres vivientes se pudren en la fila, descansa cada hora por fatiga burocrática. Al mismo tiempo que en Rabat, Casablanca y Tanger fluye el movimiento. Posibilidades pueden haber. Ocurre que en España juegan Ronaldinho y Roberto Carlos. En Marruecos, no.

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